martes, 25 de noviembre de 2008

ESCENA PRIVADA EN UN LUGAR PÚBLICO


El camarógrafo comienza a filmar cuando la señal de PAUSA parpadeante en el visor de su aparato deja de titilar y se produce la “metamorfosis de la palabra”, convirtiéndose, aquel primer sustantivo común, en un gerundio que indica la situación actual de la persona a cargo, es decir: GRABANDO.
Una vez que han de conseguirse estas condiciones propicias (al menos un ser humano capaz de pulsar el botón y mirar a través de la cámara, una cámara que capture video y un botón),puede decirse que están las condiciones dadas para dar inicio a la acción.
En un locutorio, una joven, pongámosle Cocó nuevamente (pero antes de su asesinato, por supuesto) pide una cabina telefónica.
El empleado del otro lado del mostrador, le concede la cabina número5.
Es sábado a la una de la mañana y Cocó ha quedado en encontrarse con un joven rubio y alto que no se ha presentado a la cita y ésta (la cita no, Cocó), a la vez que mira sigilosamente el reloj, e impacientándose por la impuntualidad del mismo (del joven rubio) decide llamarlo para saber si se trata de una espera definitiva o momentánea.
Primer plano del reloj de Cocó en su muñeca marcando la una p.m.
De este modo hubo de advertir la protagonista que la dilación era definitiva. De no haber sido que el camarógrafo enfocó su reloj en el debido momento, no habría de darse cuenta irrevocable, de la indefectible finalización del plazo, junto con su consecuente pérdida de confianza a raíz de la actitud inapropiada del blondo esbelto. Sencillamente así, decidió buscar en el directorio de su celular, el número del mismo (por supuesto que buscaba el teléfono del blondo, ya que no pensaba realizar una auto llamada de la cabina a su celular para meditar en voz alta sobre lo sucedido y/o escuchar la voz de su conciencia de uno y otro lado de ambos teléfonos… no… Cocó no era de esas…) para darle la oportunidad de una debida justificación ante la inexorabilidad del tiempo que transcurre.
Primer plano del celular de Cocó en sus manos de muñeca marcando la una p.m.
De este modo hubo de advertir seguramente el Lector, que algo estaba fallando. De no haber sido que el camarógrafo enfocó el celular, (y previamente el reloj) en su debido momento, no habría de darse cuenta, de la necesaria conclusión de que o bien el reloj adelantaba, o el celular atrasaba.
Primer plano del Escritor observando la hora en el momento de la creación de este texto, corroborando con exactitud, que se trata irremediablemente de la 1.31 p.m.
De fondo, y visto de espaldas, con los pies en alto y tomando una gaseosa Light, el Lector desconfía del camarógrafo y del Escritor y mira su reloj. Comprueba irremisiblemente que ni el camarógrafo, ni el Escritor le mienten, y que inapelablemente, Cocó está siendo víctima de una espera evidente e indudable para todos.
Nerviosa, ésta (la única protagonista femenina mencionada hasta el momento, y por tanto la única posible) no encuentra el número telefónico al cual desea llamar. Mientras busca, una deuteragonista irrumpe la escena pidiendo una cabina.
- No hay, va a tener que esperar un instante-, contestó el empleado del locutorio dirigiendo una mirada cómplice al Escritor, dándole pie así a la continuación del correlato de su historia.
- ¿Cómo que no hay? -, apeló la muchacha. Necesito hacer una llamada urgente.
Desesperada y fuera de sí, abre la puerta de la cabina 5 y se sienta sobre las rodillas de Cocó. Comienza temblorosa a marcar un número telefónico, dispuesta a realizar la indispensable llamada.
Nadie se da cuenta de lo sucedido (a excepción del Narrador, quien en este momento no es otro que el Escritor tratando de no quedar “pegado” como testigo ni como “autor intelectual del hecho” quien disimula escribiendo en la computadora, y finge no tener ni la menor idea de lo que está sucediendo dentro de la trama misma de su descripción inequívoca, mientras silba una melodía sin sentido y mira la hora que marca la 1.45 pm).
- ¿Qué hacés acá? ¿No ves que en esta cabina estoy yo?,- dice enfurecida Cocó no tanto por la muchacha en su rodilla sino por que termina de caer en la cuenta de que su reloj se detuvo en la 1 p.m.
- Éste es un lugar público, - replicó la mujer haciendo referencia al locutorio (no a las rodillas de Cocó). No podés tardar todo lo que te plazca ¿Qué pensás que el tiempo no corre? ¿O que corre solamente a tu velocidad?
- Éste es mí tiempo, transcurre adentro de mí cabina- ladró Cocó
- Calláte.- dijo el novio de la muchacha a Cocó a manera de imperativo categórico parado desde la puerta de la cabina (La 5) . El tiempo adentro de tu cabina transcurre del mismo modo que el de afuera. ¡Contrataste una cabina no una máquina de tiempo!
El novio de la muchacha está parado en la puerta de la cabina desde la 1.45 p.m pero el Escritor prefirió obviar su mención para producir un efecto sorpresa en el Lector al incorporarlo al diálogo, y alcanzando así la pretendida turbación (la suya, por supuesto. La suya no, a usted no le hablo, ¿no ve que nunca me dirijo al Lector en primera persona?).
Ahora el reloj marca la 1.59 p.m (todos los relojes, a excepción del de Cocó que no funciona bien).
Cocó, sumisa, temerosa, decide no desafiar al novio de la muchacha y seguir buscando en el directorio de su celular el teléfono al que pretende hacer la llamada. Mientras tanto, la muchacha sigue sentada en sus rodillas hablando no importa de qué ni con quién porque no viene al caso.
Al cabo de un cierto límite de tiempo, termina el llamado, cuelga el teléfono y se retira llorando en brazos de su amado.
Cocó finalmente encuentra el número al que pensaba llamar pero decide no hacerlo. Sale de la cabina. Y mientras se encamina hacia la salida del locutorio, el empleado la detiene y le dice:
- ¡Hey! Debe abonar quinientos pesos. Si quiere puede hacerlo con tarjeta de crédito.

2.04 p.m. Ha transcurrido una hora desde el inicio de la narración. Esta lectura puede estar siendo registrada por las cámaras del locutorio, (una medida de prevención que utilizan desde hace tiempo para ver si consiguen evitar hechos delictivos de toda índole)
Pero también puede estar siendo grabada por el camarógrafo.
De no haber sido que enfocó su reloj en el debido momento, no habría el Lector de darse cuenta irrevocable, de la indefectible finalización del plazo, junto con su consecuente pérdida de confianza a raíz de la actitud inapropiada del blondo esbelto quien no concurrió a la cita por quedarse escribiendo este cuento.

sábado, 22 de noviembre de 2008

INSTRUCCIONES PARA LEER A BORGES POR PRIMERA VEZ


1. Diríjase a la librería más próxima y compre un libro de este autor.
En caso de no hallar- a veces sus ejemplares se encuentran agotados- pruebe con la biblioteca mas próxima a su domicilio.
2. Vaya a un centro fotográfico, sáquese una foto carnet (en lo posible de perfil y sin esbozar sonrisa) y compre las cuatro que le venden obligatoriamente así necesite usar una.
3. Abone los cinco pesos correspondientes a la cuota societaria y entréguele su foto al empleado/a de la biblioteca.
4. Evite discutir con el mismo/a por su expresión incipiente al ver su rostro ridiculizante en 4x4 cm.
5. Pídale al mismo/a, tratando de no destilar ironía ni rencor alguno en motivo de la expresión de su rostro al ver la fotito, que le preste alguna edición del libro de Borges que le hayan recomendado.
6. Salga de la biblioteca con tranquilidad. Está a punto de conocer a uno de los exponentes máximos de la literatura.
7. Regale a su esposa, madre y/o amigos las tres fotos restantes para que la coloquen en su billetera y diríjase a un lugar donde pueda comenzar su lectura con tranquilidad.
8. Si el banco de la plaza le resulta incómodo y los niños no dejan de arrojarle la pelota cambie de sitio.
9. Si su esposa no deja de hablarle mientras intenta concentrarse, vuelva a intentarlo en otra parte.
10. Si en la oficina le interrumpen con la edición deportiva del domingo y le disturban la atención con patéticas burlas por la derrota de su equipo de fútbol preferido, pruebe seguir escogiendo otros lugares.
11. Pida un café al mozo y acomódese en la mesa mas cercana a la ventana por la que se filtre la luz solar.
Si no se filtra ninguna luz por la ventana y el mozo, lejos de acercarle el café le barre los pies mientras levanta todas las sillas menos la suya, es un indicio de que entró al bar durante la hora del cierre y que éste tampoco será el lugar propicio para el inicio de su lectura.
12. Vuelva a su casa. La oscuridad, el frío, el mozo que lo echó y el llamado de su esposa al celular le recuerdan que es la hora de la cena.
13. Cene en familia, esperando que el tiempo transcurra velozmente para poder dar inicio a la lectura. Disimule el desinterés por la familia.
14. Dé un beso a los niños como cualquier otro día, tratando de no levantar sospechas. Diga “buen provecho” a los comensales que aún queden en la mesa y dispóngase a la lectura en el sillón.
15. Si los niños lo distraen con los juegos de pc y sus gritos diríjjase al dormitorio.
16. Acomódese en la cama. Estírese, ubique las almohadas como crea conveniente. Encienda la luz adecuada, el velador de su lado, ambos si es preciso. Prométale a su mujer algún regalo a cambio de su benemérito silencio y abra al fin las páginas del libro.
17. Apague el despertador y levántese para llevar a los niños a la escuela.
18. Salude con un beso a su mujer y no olvide dejarle el dinero que le prometió para el sweter que tanto le gusta.
19. Luego de llegar a la conclusión de que el mejor lugar para leer es la biblioteca trasládese a ella.
20. Siéntese en el lugar que mas le agrade y comience ahora sí, la exquisita lectura.
21. Ahóndese en la lectura. Explore el infinito, desdóblese usted mismo y conviértase en dos lectores a ver si alcanza a comprender la lectura finalmente.
22. Una vez que su psiquiatra le dio el alta por el brote esquizofrénico retome la lectura en otra biblioteca donde nadie recuerde ya el triste episodio del chaleco de fuerza.
23. Recuerde que la otredad es solo un recurso literario producto de la fantasía y tome la medicación. No la suspenda.
24. Vislumbre sempiternos laberintos y transítelos como un héroe.
25. Visite nuevamente al psiquiatra para salir del estado de autismo.
26. No olvide tomar la medicación para la paranoia y no pierda los estribos cuando le parezca que lo persigue un minotauro. Recuerde que es parte de la mitología y transite nuevamente por las calles como si no supiera de su existencia. (La del minotauro)
27. Cierre el libro inmediatamente en la página en la que haya quedado. Deje de preguntar insistentemente como un estúpido quién es Averroes y decídase a emprender un taller literario donde induzcan su lectura correctamente dejando de exponer de ese modo su evidentemente frágil salud mental.
28. Agradézcale al bibliotecario los quince días de alojamiento en la biblioteca. Remítale cuando le sea posible el equivalente a los gastos de manutención durante su estadía y regrese a su casa y a su trabajo habitual.
29. Consuele a su mujer y a sus hijos que lo daban por extraviado. De aviso a la policía de su aparición y a su psiquiatra que lo buscaba desde hace una hora por las bibliotecas de la ciudad creyéndolo en nuevo poder de otro ejemplar.
30. Suspenda la medicación, retome a Borges cuando se sienta mas capacitado y mientras tanto distiéndase leyendo algún Best Seller o viendo algún programa de TV pasatista.
31. Lea “los clásicos” durante muchos años, empápese en filosofía, teología, mitología, devórese la “Divina Comedia” y “Las mil y una noches”. Tome cuanto curso esté a su alcance durante algunos años y si consigue comprenderlo rehaga este instructivo.

EXCESO DE PRECIO


Nadie quiere creerme que todo está bajo control en el último tiempo. Mis amigos creen que no hay manera de que entre en razones, y eso que les dije que mi psicóloga y mi psiquiatra ya no se preocupan. Eso es todo un indicio…
Ya no tengo más esa extraña idea sobre los talles, ni esa obsesión que me impedía vivir con tranquilidad y que se adueñaba de mi objetividad haciéndome creer que estaba excedida de peso. Pero claro, después de todo lo que pasé es natural que no me crean que esta vez se terminó de una buena vez toda esa cantinela.
No entiendo por qué lloran y me miran de ese modo. ¿Qué tengo de diferente ahora? Sí… debo admitirlo, es un poco fuerte ver el ataúd, pero ¡Aún mantengo el peso de mi última anorexia!

jueves, 20 de noviembre de 2008

LABERINTO (A Teseo)




Estás a un paso de tu entrada hacia el centro mismo de mi esencia, incluso por mí desconocida. Te sustentan mis sinuosas curvas e imprecisiones formales.
Solo el cielo abismal que nos abarca te es exacto, y no por ello ha de resultarte ajeno…
Nada te detiene, ni siquiera el cielo en el que pierdes insignificantemente tus proporciones, que no hallan en dónde reflejarse.
Pretendes infiltrarte en la infinitud que más recónditamente he reservado, y que incluso me atemoriza cuando tomo conciencia de la magnitud de sus proporciones. Es increíble pensar que te sientes seguro en medio del caótico emblema que represento. A veces, estar frente a mí mismo me acobarda de tal modo que prefiero ocultarme de mi propio concepto, huir si fuera posible de mi significado, olvidar todas las palabras a fuerza de no pensarme, de desdeñar mi naturaleza figurativa y así alivianar mi solidez semántica.
Prefiero no plasmarme en concreciones, me asusta tomar contacto con mi propia realidad.
Quisiera que no estuvieras en mi interior, mi naturaleza me fuerza a no poder prometerte la victoria… es que estoy hecho de vacilaciones… y es todo lo que puedo ofrecerte.
No obstante, tu naturaleza heroica te impulsa hacia el centro mismo de mi vaguedad; y la fascinación por descubrir, en medio de las ambigüedades, un mínimo de certidumbre te moviliza a recorrerme infatigablemente.
El amor te da los trazos que el camino esconde. Su mano te sirve de guía, te conduce hacia la pluralidad que los abarca a partir del momento mismo en el que logres vencer la furia que hay en mí.
Tu futuro y tu amor hacia ella penden de un hilo, como el de las parcas; y ya no es pretérita la sensación que te impulsa a avanzar al centro exacto de este abismo que te confunde y te asiste a la vez, bajo este juego ambiguo de contraposiciones y complementariedades que es la vida, para que llegues fortalecido e ileso hasta tu meta.
La bestia ha encontrado en ti a su opositor, y afuera mismo a su oponente, y en medio de mi concreto vientre encuentra su resguardo. Te reencuentras aquí dentro con la agudeza y el éxtasis de tus propios sentidos, aletargados antaño en la rutina de otros laberintos.
Tu excusa es el conjuro, tu pretexto la victoria, tu verdad se parece a mí, y te espera anhelante bajo formas aparentemente disímiles, con su antagónico ovillo enmascarando los contrastes visibles solo ante mí, ocultos ante tu mirada enamorada.
Sientes miedo. Pero no transitas solitario por estas calles. Cuentas con su apoyo y su estratégica manera de conducirte hacia su espléndida y ambicionada presencia.
Y no es un mito el que te espera en mis umbrales. Esto no ha sido más que otro preludio en tu travesía.
Es otro laberinto, transfigurado, con sus femeniles recodos, con otro minotauro por conquistar, quien sostiene al otro símbolo que hace honor a tu renombre, y quien espera por ti para que lo recorras y te pierdas para siempre entre sus curvas.
Pintura de Carlos Ardohain- http://tancarloscomoyo.blogia.com/ Gracias Carlos por la autorización para exhibir tu cuadro!

domingo, 16 de noviembre de 2008

EL VIAJE


Le dije que tuviera cuidado. Todos estábamos atentos a su comportamiento últimamente. Cada cosa que hacía era sinceramente inusual.
Su permanente mal humor, su encierro, su descuido en la vestimenta. Sus sueños… cada vez que nos contaba alguno sentíamos un escalofrío ineludible.
Ella también se sentía aterrada, es cierto, seguramente tomar conciencia de esos cambios la inestabilizarían (Si es que era consciente de ello)
. Ya no dormía, no comía, le costaba mucho trabajar y hasta incluso le molestaba tratar con la gente.
Se recluyó hasta el hartazgo y no podíamos creerlo.
Quienes la conocíamos de cerca sabíamos de la felicidad que le brindaba estar rodeada de amigos y de sus seres queridos. Sabíamos cuán dichosa le hacía su profesión.
Tiempo más tarde abandonó todo. Renunció a su pareja, su departamento, comenzó a perder la lucidez y la coherencia y desandó todo aquello que tanto tiempo y cariño le había costado conseguir.
Nunca comprendimos muy bien el porqué de su accionar.
Nos contaba una y otra vez las mismas cosas. Un médico psiquiatra le habría recetado ciertas pastillas,hasta que llegó a replegarse cada vez mas en sus pensamientos.
Horas callada, aislada, escuchando música en su mp3, encerrada en su cuarto. En poco tiempo comenzó una vida nueva, completamente diferente, como si quisiera deshacerse definitivamente de algo que le perturbara.
Él nos advirtió que no estaba sana mentalmente. Algunos la protegieron, otros directamente optamos por hacernos a un lado sin darle explicaciones y adviertiéndole al entorno que tuviera cuidado. Yo se lo dije principalmente a Cocó, porque veía que su relación era cada vez más estrecha, que se estaban uniendo cada vez mas en una mutua necesidad de dejar de lado todo aquello y a todo aquel que evidenciara su “anormalidad”.
Es cierto, dicho de tal modo, sonaba más como un comentario despectivo y discriminatorio sobre una persona que estaba atravesando por un momento difícil, que como una realidad.
Es que ¡esas pesadillas con gente descuartizada y niños inmolados!. Ni siquiera podía recordar lo que había pasado unos días antes o los rostros de quienes habitualmente estábamos a su lado.
Le advertí que era peligrosa… solo alcanzó a tomar conciencia del alcance de mi consejo el día en el que en vez del material didáctico de la clase, la profesora le grabó un cd con su confesión…
En ella revelaba, en voz muy baja, como si tuviera miedo de ser escuchada por alguien: Veo gente muerta.
Cuando Cocó le comentó lo sucedido solo dijo que seguramente era una broma de mal gusto de algún vendedor del local de cds vírgenes.
Cocó se sintió conforme con la argumentación y volvió a su casa.
Dos días después la policía la halló el cuerpo sin vida de Cocó en las inmediaciones de la ciudad.
Luego de que la madre presentara el cd como prueba en su contra la profe de canto fue citada a testimoniar.
En su declaración alegó que todos los días desde hacía tres años, catorce adolescentes sin vida frecuentaban su casa para tomar clases de canto, y ya harta de sus vocecillas evanescentes decidió ponerle fin a sus frustrante profesión de hacer feliz a quienes ya no forma parte de este mundo, y comenzar el camino de su propia felicidad.
No profesó culpabilidad y las pruebas fueron insuficientes. Ningún alumno se presentó a declarar y no hubo testigos. La policía no pudo inculparla, su documentación era falsa, nunca se supo su verdadero nombre y apellido y tres días después se quitó la vida con una nota en sus manos que decía:
Lo que mas amo en este mundo es mi profesión, solo decidí hacer este viaje para poder ejercerla en tiempo y lugar adecuados.

19 de Septiembre


Ya transité tres veces este sendero, y aun así me resulta incierto el rumbo. Cuantas más veces lo recorro, más me pierdo y alejo del centro. Como si no fuera yo quien fijara la meta, como si el otro estuviera nuevamente obrando por mí.
Una y otra vez me dejo gobernar.Su astucia me doblega y quebranta mis deseos. Parece que conoce mis fortalezas y debilidades, y arremete hasta alcanzar su cometido. Y sigue asediándome, mientras se abalanza sobre mí y desintegra mi pudor.
Me ahogo en el grito que no escapa, en el aire que no alcanza, el baldío de mis temores. Y todo es como en un sueño. Como en más de un sueño, más de tres veces el sueño. Todo se vuelve pesadilla nuevamente, y el hombre que no muestra su rostro hierve un útero y prepara la cena con restos humanos, y los niños son inmolados por sus padres en las puertas de sus hogares (ante no se qué dios con minúscula delante), y los colectivos y los autos me llevan a conclusiones añejas y lugares impensados.
Y así el sueño me atormenta, y el aire de nuevo no alcanza, y la razón no basta y la ambulancia y la memoria…
La memoria, que olvida hasta lo que es bello, porque lo bello también es otra forma de incertidumbre. Y esa otra forma de la memoria, la que recuerda el espanto que trajo mayores certezas. Y la segunda ambulancia, y Braulio con el agua digna, y la sonda pasando por mi nariz que no me deja tragar, y la señora en la cama de al lado que no quería morir, y el escenario que siempre soñé, que no es mas que el mismo que mi mente olvida (como si nunca lo hubiera pisado) dejándome de ese modo, en el mismo lugar. Las risas burlonas con mi somnolencia y mi silencio, mi sonrisa dibujada para centenares de personas que miraban otra figura (que no era la mía) mientras las exigencias y las presiones parecían hacer mella en mi integridad profesional.
Las calles sintiendo que su mirada me persigue, el encierro, el horror y la sensación de que él todo lo observa, de que conoce mi rostro y mis más recónditos temores. Y la justicia que no alcanza, y el pasado que no ayuda y la poca gente que devolvió la caricia y mi otra mejilla puesta para algunos…
No basta sentir en la noche una y mil veces esta sensación. No basta saber que el mundo es tan inmarcesible como la mente. No alcanza saberse pequeño y frágil. Se pierde la noción del tiempo y lo que duró una hora puede extenderse toda la vida. Nunca se alcanza a comprender si se fue demasiado cobarde o lo suficientemente valiente. La parálisis en la que nos sumerge el miedo. El mismo miedo que a él lo excita y a nosotras nos paraliza. En la realidad, en el recuerdo, en el olvido, en la memoria, los sueños o en donde sea nunca se esta a salvo de él. Siento que nació en mí hace dos años y nunca más podré desalojarlo. Y nunca dejará de gobernar mis temores…