miércoles, 24 de abril de 2013

CÍRCULOS

La misma noche que me ofrendó felicidades
es la que alguna vez me quitó el sueño,
su presencia y su mirada;
La misma noche que me regaló tu magia
lleve tal vez el apellido
de la muerte y la mañana;
La misma noche en que desperté del fin
pudo ser sin esfuerzo
una más
de tantas otras,
en las que apagué mi canto
y me dolió una palabra;
La misma noche en que sentí que era la nada
rozó mi mejilla la luz de tu caricia
y pude palpar la tierra, pero sin besarla;
La misma noche en que soñamos juntos
un par de ojitos húmedos despuntando el alba
dejaron nuestro mundo,
despedazando el cielo
y despoblando el vientre
de futuras nanas;
La misma noche en que no fui de nadie
se repite incesante en mi memoria
como un reto invisible de un destino en falta;
La misma noche,
debe haber sido la misma,
sinónimo de aquella, espejo de un mañana
la que me lleva y me trae
la que me entrega y se marcha
mientras un Todo se burla
de la fragilidad del alma
y algo en mí se desdibuja
y me reprende con ansias
de haber sido yo misma quien se queda
y quien se escapa;
silenciosa o valiente, triste de a ratos, por nada
sea sol, viento, tormenta,
brisa, marea o tiznada
de aquel encuentro con Dios;
en esa extraña mañana
que me condujo al presente
de un pasado sin palabras.

NOCHE

Comienza la noche y con ella,
un laberinto de infinitas sensaciones
queda aún por recorrer.
Caminos conocidos, que alguna vez
transité, con ojos cerrados
o a tientas.
Hoy no necesito la luz
para saber qué esconden
y no por ello dejo de temerles,
ni vislumbrarles gozosa.
Duplicidad de la vida
Cuando trazó mi destino,
y me arrumbó en esa casa.
Nací de huellas poblada
como si desde antes pudiera
nacer teniendo un pasado
posible, antes de ser nada.