martes, 26 de enero de 2016

MUJERES SAVIA

Es posible ir caminando un día, por una calle cualquiera, y sin pretenderlo tropezarse con una flor como en cualquier otro momento hubieras tropezado con una piedra. La mirás, le sonreís, la tomás entre tus manos, y la integrás a tu vida y a tu pensamiento (así de simple).
Hay flores y flores, claro está. Hay unas a las que bien podría llamársele “la maravilla”; porque te enseñan con cada hoja que pierden, con cada brotecito que nace, con cada pétalo que asoman. Y mágica, misteriosamente, te alimentan y te impulsan a alimentarlas; porque cuando una flor golpea tu puerta es para que la cuides, y te dejes acariciar por su perfume.
Puedo verlas. Están allí. Las siento cerca.
Son mujeres con extraños códigos. Mujeres de acero, de cenizas, arena, viento y lágrima. Mujeres que renacen y te invitan a renacer. Mujeres melodía… Mujeres clepsidra...
No son flores corrientes. Son flores silvestres que provocan toda clase encontrada de sensaciones y pensamientos (de los más diversos), y que tienen la extrañeza de no cuajar en este loco mundo.
Cuando las veas, si atinas a reconocer su esencia de flor sabia (savia femenina), si por esas casualidades te las cruzas; confía en tu instinto y déjalas echar raíces a tu lado. Porque sólo echando raíces consiguen levantar vuelo.