viernes, 16 de septiembre de 2016

Porciones del mundo

Cuando los estímulos externos desaparecen, nos necesitamos. Será entonces que ha de haber una porción de mundo que agoniza cada noche, en el preciso momento en el que abrasa la hora de dormir.
Y nos despertamos juntos. Mágica y certeramente juntos, hasta subsumirnos nuevamente en la vorágine del día; para reencontramos por las noches, cuando el mundo se da el lujo de morir para nosotros. Y así nacemos cuando él muere, y morimos un poco al separarnos cada vez. Si tan sólo pudiera -por un instante- sé que retardaría al sol y habitaría en tus brazos profanando al destino.
Y acuñaría en mi alma aquellos escasos e infinitos instantes de gloria: nuestro más preciado tesoro, el que renueva nuestros dones. Dulces oasis de felicidad, efímera e inmarcesible.