jueves, 11 de agosto de 2011

Ausencia inmarcesible


¿Será que para dar vida antes hay que animarse a dejar morir todo lo que sepulte lo bello? ¿Para qué velar y atravesar duelos innecesarios, por saltearse los imprescindibles? ¿Por qué aferrarse tanto a lo que destruye? Tal vez sea hora de comenzar.

¿Adónde irá tu alma concebida
de personita que no alcanzó a morir
a fuerzas de no llegar a vivir?
¿En qué cielo diferente de ángeles de tu estatura
jugarás con lo más bella pureza de la raza humana?
En tu estado de perfección absoluta,
lejos de discursos ambiguos
y el absolutismo de tanto adulto adolescente
alcanzaste el zenit de la existencia
bajo la escasez de tus 8 semanas.
Inundaste mi vientre de luz, mi vida de esperanzas;
y a posteriori también mi presente con tu ausencia.
Inmensa y plagada ausencia tan proporcional
a la inmarcesible presencia de tus escasos días.