domingo, 18 de diciembre de 2016

¿Qué dirá el silencio, cuando sin quererlo nos dice tantas cosas? Algunos silencios se parecen a la calma que precede a la tormenta. Hasta traen cierto olor a tierra mojada, y van, de a poquito, levantando viento y revolviéndome el pelo. El pulso se acelera, los latidos se escuchan -me escuchan latir- desde dentro, y el silencio que murmura. Y dice tantas cosas que hasta casi podría decir que grita; pero no es otra cosa más -ni menos- que silencio... Confuso y claroscuro, silencio.
Y hay que esperar, hasta que se anime a pronunciar siquiera, una sílaba, un atisbo; para contradecirme, o despeñar una lágrima escondida en ese recóndito lugar de niña, que aún le teme.
Le teme al sonido que infiero, de la palabra apagada de sus labios de coraza. Le temo a mi propio silencio, cuando no puedo más que vertir por escrito, lo que no me es posible plasmar en la voz. No me preocupa EL SILENCIO. El problema es que el mismo, lleve como pronombre un NOSOTROS, y un verbo sin conjugar.