sábado, 29 de marzo de 2025

El secreto de Fergh

El Secreto de Fergh

Clara siempre supo que Fergh no era un perro común. Desde que lo adoptó en aquel refugio, sintió una conexión inmediata. Tenía un brillo especial en los ojos, una inteligencia fuera de lo común y una habilidad innata para anticiparse a sus pensamientos. Parecía entender cada palabra, cada emoción.

Ferghla acompañó durante diez años llenos de aventuras. Sabía cuándo animarla, cuándo protegerla y cuándo simplemente recostarse a su lado en silencio. Pero una tarde, sin previo aviso, Fergh se desplomó. Clara lo llevó al veterinario con el corazón en un puño, pero nada pudo hacerse. Su fiel compañero había partido.

Devastada, aceptó la sugerencia del veterinario de realizarle una autopsia, buscando respuestas. Lo que descubrieron desafió toda lógica: la estructura interna de Fergh no era la de un perro. Sus órganos tenían una composición desconocida, su ADN no coincidía con ninguna especie terrestre.

Las autoridades se involucraron rápidamente. Científicos analizaron los restos de Fergh y llegaron a una conclusión desconcertante: su origen no era de este mundo. Algunos especulaban que había sido enviado con un propósito, otros sugerían que se trataba de un viajero perdido.

El gobierno y las instituciones científicas quisieron apropiarse del cuerpo de Fergh para realizar estudios. Alegaban que su existencia podía cambiar la comprensión de la vida en el universo. Pero Clara se negó rotundamente. No permitiría que el cuerpo de su amado amigo sufriera vejaciones en nombre de la ciencia. Lo que Fergh había sido en vida no podía reducirse a un simple objeto de experimentación.

Con determinación, luchó contra la burocracia y las exigencias de los investigadores. Finalmente, logró que le permitieran darle sepultura en el jardín de su casa, bajo su árbol favorito.

Una noche, mientras contemplaba el cielo estrellado desde el jardín, un destello cruzó el firmamento. Un leve murmullo, como un susurro en el viento, la envolvió por un instante.

No supo si era su imaginación, pero sintió que Fergh le decía adiós. Sonrió con tristeza y, por primera vez en días, sintió paz. Tal vez, en algún lugar del universo, alguien más también la extrañaba... o tal vez, de algún modo, Fergh nunca se había ido del todo.

Romina Ponzio